Retomo este blog creado hace unos años para un curso que estaba realizando por aquel entonces.
Emprendo un nuevo curso, “Evaluación de los aprendizajes en la modalidad de educación a distancia” . Los últimos tiempos me han hecho darme cuenta de que cada vez es mayor la brecha generacional con mi alumnado, principalmente en ciertos aspectos como el tecnológico, a la vez que tuvimos la necesidad urgente de adaptarnos a situaciones que yo ni había imaginado.
Y aquí estamos, de momento aprendiendo a diseñar una insignia.
Reconozco que este tipo de actividades supone todo un esfuerzo para mi, más acostumbrada a evaluar conceptos que tengo claros, una ecuación, una derivada... que son fácilmente corregibles basándome en si están bien resueltas o no.
Pero el hecho de dar una insignia suena a algo más importante, más emocionante, principalmente a los ojos del alumnado de ciertas edades. Que te digan que supiste resolver una ecuación puede significar un momento de alegría por el trabajo bien hecho, pero una insignia supone haber alcanzado un objetivo propuesto, motivo para sentirse orgulloso y seguramente más motivador que la ecuación de antes. Y el hecho de que yo le dé más importancia hace que trate de justificar más aún la concesión del reconocimiento que conlleva la insignia. Si a eso le añadimos que hace falta más imaginación para diseñar un producto atractivo a la vista, que hay que “dibujarlo” aunque cuentes con la ayuda de programas informáticos y que hay que dejar muy claro el significado de la insignia así como los motivos por los que se va a conceder, hace que sea una actividad complicada para mí.
Finalmente decidí diseñar una insignia algo diferente, quizás demasiado concreta. Insignia al “diseño numérico” a conceder al alumno/alumna o equipo que mejor haya creado y utilice su propio sistema de numeración. Pretendo con ello motivar al alumnado que puede comprobar la necesidad de utilizar conceptos matemáticos, como los números naturales, en su vida cotidiana. Sin ser exactamente un juego pueden entender lo complicado que sería una vida sin numeración o en el que cada localidad, país... utilizase un sistema diferente.
Una vez decidido qué quería “premiar” diseñar la insignia fue relativamente fácil con el programa informático propuesto en el curso así como conceder dicha insignia a uno de las alumnas ficticias de mi curso Moodle. Por último la compartí con mis compañeros de curso.
El curso continúa y yo, a pesar de llevar años en la enseñanza, debo seguir también aprendiendo, adaptándome a los tiempos que nos toca vivir y renovándome para no caer en demasiada rutina.
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